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Actividades Dogclan. Parte I: olfateo

“Los seres humanos vemos el mundo. Los perros huelen el mundo” – Alexandra Horowitz en “En la mente de un perro”

Aria desenterrando chuches bajo la arena

Parece obvio que cuando hablamos del “mundo perro” tenemos que hablar del olfato. Es, sin duda, su sentido más desarrollado, no solo por las estructuras especializadas que poseen para la captación de diferentes tipos de sustancias, sino también por la gran parte de cerebro que tienen dedicada al procesamiento de este tipo de información en comparación con otras especies.

Por ello, en una guardería y residencia de perros, el olfato no es algo que se pueda dejar de lado. Todo lo contrario.

Nina utilizando la trufa para encontrar chuches en una alfombra de olfateo.

Galia buscando chuches en una pelota de tela con huequitos.

En DOGCLAN, cuando llega un perro nuevo al centro, lo primero que hará será oler cada clase, salón, patio. A su ritmo. Sin prisa. Cuando haya olido cada rincón, conocerá el nuevo lugar en el que va a estar y se sentirá más cómodo y tranquilo. Asimismo, será presentado a sus compañeros perrunos al ritmo que él/ella marque, oliéndose y, por tanto, conociéndose de una manera perruna. Todos los perros cuando pasean con nosotros pueden olfatear por la zona que transitan y no hay tirones de correa que les impidan examinar quién hizo pis en una farola, cuántos conejos cruzaron la carretera esa mañana o si hay algún perro por la zona enfermo (entre otros múltiples ejemplos de situaciones que pueden detectar en un solo paseo).

Además de todo esto que, para nosotros, forma parte de las necesidades mínimas y básicas a cubrir en cualquier perro, en DOGCLAN nos gusta potenciar ese sentido tan desarrollado y que ellos disfrutan tanto utilizando. ¿Cómo? Con juegos de olfateo tanto en zonas exteriores, como en zonas interiores.

 

Zaya buscando chuches tras conseguir subirse a una de las plataformas de uno de los patios exteriores.

 

¿Cuál es el objetivo de los juegos de olfateo?

El objetivo de este tipo de juegos es que utilizando ÚNICA y EXCLUSIVAMENTE la trufa, consigan encontrar chuches o elementos que queremos que encuentren. Es importante plantearlo y realizarlo de tal forma que no se guíen por la vista, algo muy típico en perros a los que no se les deja olfatear en su día a día y que tienen “olvidado” este sentido.

Olfateando obtienen mucha información que luego el cerebro debe procesar, por lo que es una excelente forma de trabajar sus cabecitas (ejercicio mental).

Niveles de dificultad

Aria ha crecido con nosotros y desde pequeña ha utilizado mucho el sentido del olfato. Ninguna prueba, superficie o altura se le resiste.

Este punto es muy importante. A la hora de preparar juegos, tenemos siempre en cuenta cómo de “expertos” son los perros que participan en él. Perros que ya llevan muchos meses con nosotros, en el momento en el que les indicamos que empieza el juego, saben perfectamente lo que tienen que hacer y activan la trufa desde el segundo 1.

Sin embargo, perritos principiantes necesitan un poquito de ayuda, necesitan que el grado de dificultad sea bajo.

Aria extrayendo las chuches del interior de un KONG Wobbler.

Con estos últimos, lo que hacemos es poner muchos premios en lugares bastante obvios, caminitos de premios en el suelo que les cueste poquito encontrar y que les dirijan hacia lugares donde los premios estén un poco más escondidos y utilizar siempre elementos de los que es fácil extraer las chuches. Por ejemplo, para un perrito principiante nunca usaremos un KONG Wobbler ya que es un elemento pesado, con una técnica especial para conseguir sacar los premios.

Para un perro que se está iniciando en el uso de la trufa, tampoco utilizaremos chuches muy pequeñitas ni de un olor discreto, sino chuches que desprendan un olor muy fuerte para que llamen fácilmente su atención. (De manera general, utilizamos chuches hipoalergénicas, salvo permiso explícito de los/as tutores/as para usar otro tipo de chuche).

Si ponemos un nivel de dificultad superior al que pueden alcanzar, los perros pueden sentir frustración, una emoción tremendamente negativa que les hará perder la motivación por la actividad y nos alejaremos de nuestro objetivo.

 

La vida es un juego

Sian, un apasionado del agua, intentando coger un juguete con chuches del interior de la piscina.

Para los perros, no hay edad para el juego. Los cachorros juegan más que los adultos, pero hasta un perro anciano, si está equilibrado y se le han dado las herramientas adecuadas, puede jugar. Es más, lo hará.

El juego es una herramienta genial para conseguir lo que queramos con nuestros perros. Si nos olvidamos de las órdenes y comandos que hacen “porque nosotros queremos y punto” y les damos una razón para hacerlas porque para ellos va a ser divertido, podemos trabajar absolutamente cualquier cosa.

Kyra en el interior de un túnel donde se colocaron chuches hipoalergénicas.

Esta premisa de “la vida es un juego” se aplica también al olfateo. Si además de trabajar la trufa y el cerebro, se divierten, tendremos una actividad 10. Por ejemplo, a perritos que les apasiona el agua, aprovechamos las piscinas en verano para utilizarlas como elementos en los que esconder objetos. Existen ya múltiples juguetes para perros que flotan y en cuyo interior se pueden esconder chuches.

A los perros de tamaño pequeño observamos que les suele gustar bastante meterse en compartimentos, tubos…esto lo tenemos en cuenta y en sus juegos incluimos elementos como túneles o cajitas en los que pueden entrar a investigar en busca de las codiciadas chuches.

Comportamientos naturales

Coliflor después de localizar un rastro vertical hasta una zona con paté hipoalergénico.

Buscar chuches o premios en lugares escondidos es genial, pero si para llegar hasta ellos hay que masticar y/o chupar además de olfatear, muchísimo mejor. Masticar y chupar son comportamientos naturales en el perro, observados también en perros asilvestrados. Parece ser que en ambos casos se produce una liberación de serotonina, la conocida como “hormona de la felicidad”.

Olivia con un palo masticando un palo de café.

Así, en nuestros juegos de olfateo, nos gusta que algunos de los premios a encontrar sean juguetes con texturas en los que hemos podido untar algún paté o elementos como palos de olivo, de café o mordedores naturales como oreja de cerdo, tráquea de vaca, tendones, etc.

Terminamos este post comentando que tanto la frase que encabeza este artículo como el vídeo son obra de Alexandra Horowitz, doctora en Ciencia Cognitiva por la Universidad de California (San Diego) y, desde 2004, profesora de Psicología en la Universidad de Columbia (Nueva York). Además, dirige el Laboratorio de Cognición del Perro del Barnard College, adscrito a la universidad neoyorquina. Es autora de numerosos libros de carácter divulgativo y muy recomendables para tutores/as perrunos, entre los que destacamos y os recomendamos especialmente “En la mente de un perro” y “Mi perro y yo”, os cambiarán la percepción que tenéis de vuestros perros, vuestra relación con ellos y os ayudará a entender mucho más su mundo.